martes, 27 de septiembre de 2011

Ojos de Mar


Me encontraba en una de las aulas de aquella institución completamente solo, acababa de terminar el entrenamiento con aquel profesor sádico que sin descanso había azotado mi espalda con la excusa de soportar el dolor como buen sacrificio que era en una batalla.
- “El peleador es quien recibirá tus ordenes, debes de aprender a ordenar bajo el influjo del dolor”- Sus palabras acudieron a mi mente en esos momentos; como le detestaba, ni siquiera había deseado ser un sacrificio, mucho menos pertenecer a este ridículo sistema, tan solo deseaba alejarme del mundo normal, del mundo de los “muertos en vida”.
Cierro los ojos por unos segundos, intentando de esa forma relajar los músculos adoloridos de mi cuerpo, la cabeza empieza a darme vueltas, mi respiración a agitarse, el aire a mi alrededor empieza a hacerse insuficiente, estoy ahogándome lentamente, y nadie esta cerca para ayudarme.
¿Moriré acaso de esta forma tan patética?, ¿Qué más importa cuando la vida es tan insulsa y llena de desesperanza?, los motivos se me acaban así como el aire a mi alrededor, mis ojos lentamente se cierran llevándome a la silenciosa y tranquila oscuridad.
¿Cuándo será la hora en que me abrace por la eternidad?, la espero con ansias, para así dejar caer por fin esta fría máscara cargada de crueldad de mi rostro.
La libertad se encuentra lejos, demasiado lejos para mí…

Mis ojos se abren lentamente, me encuentro en la enfermería del campus, al parecer alguien me encontró y logro ayudarme a tiempo; no se si maldecir o agradecer esa ayuda; por lo que una pequeña sonrisa amarga adorna mis labios, es entonces cuando escucho el curioso silbar detrás de la cortina que separa las camas.
La corro lentamente encontrándome con un joven de cabellos como el fuego y ojos de un profundo color azul como el mismo mar, nunca le había visto por aquí; y por su complexión supuse que se trataba de un peleador, sin duda su sacrificio tenia mucha suerte.
Deje escapar un poco de aire haciendo un sonido extraño al tomar aire, se notaba que necesitaba el maldito nebulizador que se encuentra en la mesita en medio de las dos camas.
Estiro mi mano para tomarlo, captando su atención, regalándome una cálida sonrisa de sus labios; aquel acto me extraño, jamás nadie me había sonreído de esa forma, ni siquiera mis padres quienes para ellos solo era una inversión más en su vida llena de lujos.
- Hola...- saludo el joven con una pequeña sonrisa en sus labios, la cual aun continuaba desconcertándome del todo.
Ante aquello tan solo le observe por unos segundos antes de tomar el nebulizador y accionarlo, respirando con un poco más de tranquilidad.

-..Hola...- Respondí simplemente a lo que el no pudo evitar sentirse incomodo, sin duda, mi poca disposición para hablar le habían hecho sentirse de esa forma que para mi no me importaba en lo absoluto.

El silencio reino nuevamente entre ambos provocando que centrara mi atención nuevamente en sus cabellos, jamás había visto a un pelirrojo y por su curioso acento supuse que era extranjero.

- … ah... ¿Qué te a sucedido?- Pregunto con un muy mal empleado japonés; tan solo me limite a sonreír levemente y responder a su interrogante en un idioma que estaba seguro el entendería.
- Tuve un ataque de asma... y alguien al parecer me trajo... ¿tu?- Pregunte al verle las mejillas rojas, sin saber si era por mi fluido inglés o por el simple hecho de que tuviese fiebre.
- Tengo un poco de fiebre... al parecer he pescado un resfriado...- Si en efecto ese era el motivo del por que de el color de su rostro, aunque juraría de que se trataba de algo más.
- Hum… ya veo…-Mordí mi labio inferior y volví a centrar mi atención en sus cabellos, no deseaba ver sus ojos, y ver dentro de estos la tristeza que albergaban.

-.. Mi nombre es Dilan Mc Hurt- dijo con una de aquellas sonrisas que le habían caracterizado,
- Dei Iwa… soy un sacrificio… por tu complexión supongo que eres un peleador... ¿me equivoco?- Solté sin más, no era nada sutil y por eso me caracterizaba, por ser directo en mis preguntas.
Como eran de esperarse mis interrogantes ocasionaron en el un gran sonrojo, sin duda había dado en el clavo nuevamente.
- Eres demasiado observador…- Murmuro, a lo que yo respondí.- a decir verdad no te concebía como un sacrificio así que… solo quedaba la otra opción.

Un nuevo silencio, parecía que eso era lo que nos iba a caracterizar de ahora en adelante hasta que opto por jugar cartas, un terrible juego de azar donde yo era pésimo pero el tampoco eras un maestro algo que me alegre con sinceridad.
La partida avanzo, ganando yo la primera de tres, apostando en la tercera, una pequeña cena, preparada por el perdedor.
Al final termine ganando la partida con una pésima mano que aunque pobre, fue mucho mejor que la de Dilan, quien simplemente no tenia siquiera un par, eso me hizo reír, había conseguido una cena preparada por él.
La tarde avanzo entre bromas, sintiéndome lleno y alegre por primera vez en mi vida y todo gracias a un joven de ojos tan profundos como el mar quien había logrado ver detrás de la máscara